La fila era muy
extensa, cientos de personas intentaban pasar por el gran portal de las
murallas del Castillo del Bravío para el festival de Lord BardonThornes,
decenas de caballeros, comerciantes y viajeros, cada uno con sus ayudantes,
equipo, mercaderías, animales, carros y mas, además de ellos, ladrones,
prostitutas, mendigos, curiosos, perdidos, asesinos, forajidos, caballeros
errantes, y más.
La ciudad estaba a
rebosar de gente y en la fila de ingreso se encontraba Quintus junto Compañero
su fiel corcel, Nail y Lina, unos hermanos mellizos que el tuerto había
conocido dos días atrás en el camino y con quienes compartió el trayecto de su
viaje hasta este punto.
¿Deben revisar cada
maldito carro? dijo Nail con indignación.
– Lord Bardon no
quiere contrabando en el festival, hermano– contestó Lina mientras acomodaba
sus pertenencias en las alforjas de su mula, Quintus que se encontraba junto a
ella haciendo lo mismo en las alforjas de Compañero dijo – Lord Bardon es
conocido por regir estas tierras con mano de hierro, es normal la presencia de
soldados y guardias–
– El corcel
putrefacto no permite el libre galope de las demás bestias– dijo Nail volviendo
a la fila con una sonrisa, el muchacho, al igual que su hermana, tenía una
poblada cabellera roja, ojos azules y el rostro manchado de pecas.
– Pueden matarte por
hablar de ese modo– dijo el tuerto con seriedad.
– Todo el mundo sabe
de la maldición del Lord – comentó Lina – Dicen que una criada lo vio sin su
máscara y guantes, Lord Thornes tenía la carne pálida, como un muerto, parte de
su piel se desprendía, sus uñas eran gruesas y amarillas, los dedos estaban
hinchados y su rostro tenía una mueca que enseñaba los dientes verdes más
horribles que la mujer había visto. Inmediatamente el Lord la mató, por haberlo
visto– dijo Lina, mientras hacía muecas de asco en cada palabra.
¿Entonces quien contó
la historia? preguntó Quintus que estaba seguro de que la descripción era una
exageración.
Lina se encogió de
hombros ante la pregunta.
–Lord Bardon fue el
más grande General del Gran Reino, nunca fue derrotado en batalla, y ante la
muerte del antiguo Rey no se decantó por ningún bando en la guerra de los hermanos.
El mismo Lord tiene sangre real, sus tierras se mantuvieron ajenas al conflicto
y hoy es uno más de los tantos reinos pero él no se considera Rey, dice ser un
Lord a la espera del Gran Reino, no deberían burlarse de un hombre así– dijo
Quintus
– No nos
malinterprete Sir, no nos burlamos, pero mi hermana y yo no somos Caballeros de
renombre como tú, crecimos solo teniéndonos el uno al otro y hasta convertirme
en caballero la vida fue muy dura, discúlpenos si no tenemos la adecuada
instrucción, sepa que nosotros hemos tenido que pelear por comida– dijo Nail,
mientras de sus alforjas sacaba una botella con vino.
– Yo también he
tenido que pelear por comida, pero respeto a este hombre– dijo Quintus.
Los hermanos le caían
bien al tuerto, consideraba que su insolencia era propia de su edad. Los había
encontrado en el camino hacía dos noches, habían acampado juntos y fueron ellos
quienes le hablaron del festival, Quintus conocía bien el renombre de Lord
Bardon y había luchado bajo su mando en más de una ocasión.
El castillo del
Bravío se encontraba en una planicie natural en el filo de un acantilado, la
pradera de altura antiguamente era una zona donde habitaban caballos salvajes,
El Bravío había sido un semental que nadie pudo domar, pero lo siguieron hasta
verlo con una yegua, el potrillo producto de ese encuentro fue el primero de
una línea de sangre de caballos de la mejor estirpe. La familia Thornes desde
esos tiempos tuvo los mejores ejemplares para ellos y para los Reyes antiguos,
el Bravío les consiguió el titulo de Señores de estas tierras, por lo que el
animal se encuentra en su escudo, un caballo negro de crines y ojos rojos sobre
un fondo amarillo, y su lema hacia honor a el semental, “Furia y valor”.
La profundidad del lecho marino que bordeaba la ciudad, la hacían un puerto
natural y la familia Thornes la había convertido en un puerto militar y
comercial con astilleros y con muchas dársenas para que las naves atraquen.
Luego de unas horas
atravesaron el gran portal de la ciudad, un arco de roca con el escudo de los
Thornes en el centro superior, los guardias de la ciudad estaban presentes en
cada rincón donde Quintus posaba su vista, la ciudad era muy grande, muchas
casas se organizaban dejando una gran calle principal que iba de la puerta de la
ciudad a la fortaleza, Nail y Lina guiaron al tuerto a una posada que conocían,
al llegar dejaron los caballos con los pajes del establo, y entraron a “La Crin
escarlata”
– Bienvenidos
viajeros– dijo una mujer, el salón de la posada estaba completamente lleno, el
ambiente era muy bueno, y grupos de personas reían y comían en todas las
mesas.
– Hola Magy, veo que
el festival es un éxito– dijo Nial y sonrió a la mujer, Lina avanzó y abrazo a
la mujer, – Niña, me alegra verte– exclamó Magy mientras abrazaba a la
muchacha.
– Magy, él es Sir
Quintus de la Orden del Lobo, un buen amigo nuestro, ¿tienes una cama para él?
dijo Nail mientras palmeaba la espalda del tuerto.
– Seguro muchacho,
pero no será gratis–
– Puedo pagar, pero
me interesa más el trato a mi caballo, dijo Quintus.
Magy lo inspeccionó
con la mirada, y dijo – me agrada su amigo, parece que pone al caballo por
delante– La dueña de la posada era una mujer mayor, su pelo era castaño
entrecano y sus ojos eran marrones pero con un brillo que el tuerto encontró
atractivo. Un enorme gato gris, con las orejas en punta apareció y se frotó
contra la pierna de Quintus mientras ronroneaba.
– Parece que Bael ya
te acepto Quintus– dijo Lina y levantó al gato para acariciarlo, el animal
parecía pesado pero la muchacha era fuerte.
Los hermanos parecían
felices de estar en La Crin escarlata, según le habían contado en el camino,
siempre que llegaban a la ciudad Magy les daba cobijo.
Luego de acomodar sus
pertenencias, Quintus salió a recorrer la ciudad, la calle principal estaba
repleta de gente, había que caminar con cuidado ya que la gente que montaba no
se detenía ante nada, las patrullas de soldados recorrían e inspeccionaban cada
calle y esquina, el bullicio era constante, y el ambiente estaba plagado de los
olores propios de tanta gente reunida.
En dirección al mar,
el castillo del Bravío se alzaba contemplando la ciudad desde lo más alto,
estaba construido de roca con techos de madera, las banderas con los colores de
la casa Thornes estaban en cada torre, en cada portal y en cada puesto de
vigilancia. Por encima de todos los demás, la fragancia del mar se respiraba en
las calles, una suave brisa soplaba constantemente desde el océano y Quintus
podía hasta saborear la sal en el aire. En el cielo, cientos de aves se movían,
la majestuosidad de la ciudad se encontraba salpicada por los desechos de las
aves marinas, distintas especies de albatros, gaviotas y otras que el caballero
no conocía, poblaban a sus anchas las alturas de la ciudad costera.
El festival de Lord
Bardon Thornes, reunía mucha gente, y el evento principal era una batalla en la
plaza de los potrillos, varios contendientes se enfrentaban hasta quedar uno
solo en pie, este campeón se enfrentaría a muerte con Lord Bardon a los ojos de
toda la ciudad, este era el quinto año sucesivo en que se organizaba, ninguno
de los contendientes había logrado abatir al Señor de la ciudad, motivo por el
cual inscribirse parecía una sentencia de muerte segura, año tras año la
competencia tenía menos concurrencia y el festival tenía cada vez más, ver en
acción a tan temible guerrero hacía que las personas recorrieran distancias
enormes, y además Lord Bardon siempre daba un espectáculo memorable,
según Nail le había contado, el año pasado El corcel putrefacto, había cortado
ambos brazos del campeón antes de decapitarlo mientras las gradas de la plaza
estallaba con los gritos del público fascinado.
“El muchacho parece
confiado” pensó Quintus, sabía que Nail, venía a competir, y presumía sus
habilidades diciendo que nunca había visto un luchador mejor que él mismo. El
tuerto llegó a la feria en la plaza principal de la ciudad y comenzó a recorrer
los distintos puestos, al ser un puerto comercial, había artículos de todas
partes, siempre que podía, el tuerto compraba alguna especia nueva, probaba
alguna fruta o bebida desconocida. Un puesto le llamó particularmente la
atención, un hombre de baja estatura, trabajaba el metal y exponía unas espadas
muy peculiares.
–Hola herrero– dijo
Quintus acercándose al puesto del extraño hombre.
– Saludos caballero–
contestó el hombre, tenía unos rasgos que evidenciaban que era un extranjero en
esas tierras. – Mi nombre es Kenji, ¿está interesado en alguno de mis
artículos?
Quintus observó los
cuchillos, todos eran muy delicados y de mangos muy finos, pero las espadas que
estaban expuestas despertaban su curiosidad. ¿Qué tipo de espadas son esas?
preguntó el caballero.
Kenji sonrió y tomó
una de las espadas y se la entregó al caballero mientras comentaba – estas
espadas son armas de mi tierra, como verá es muy diferente a las que ustedes
suelen utilizar aquí–
Quintus observó el
arma y noto principalmente que la espada solo tenía filo de un lado, además su
hoja estaba ligeramente arqueada hacia arriba, el arma parecía estar diseñada
para el corte y no tanto para la estocada, era liviana y el caballero la tomó
como acostumbraba y lanzó unos tajos al aire.
El herrero sonrió y
le pidió el arma – Esta es la forma correcta caballero– El herrero tomó
la espada y la sujetó con ambas manos, se paró firme de frente a un enemigo
imaginario y parecía pensar antes de mover cada músculo, repentinamente alzó la
espada sobre su cabeza y la bajó en un tajo vertical que hubiera partido a una
persona en dos, con la misma velocidad estaba nuevamente en guardia y esta vez
lanzó dos tajos horizontales a toda velocidad para terminar con la posición
inicial en perfecta calma.
– Increíble, jamás
habría visto venir esos ataques– dijo Quintus mientras sonreía
fascinado.
Kenji sonrió y dejó
la espada sobre la mesa para que el caballero pudiera inspeccionarla
nuevamente.
– En mi tierra, la
herrería es un arte además de ser una profesión, durante el proceso de
endurecimiento del acero, la hoja es cubierta con una capa de arcilla, siendo
de menor espesor en el filo.– A medida que explicaba, Kenji recorría la espada
con sus manos y señalaba cada parte que mencionaba. – Esta técnica tiene como
resultado un filo más duro que el lomo de la espada, y esa diferencia de
temperaturas produce la curva que caracteriza el arma.
– Creo que esta arma
sería letal, pero tendría problemas contra una armadura pesada– Dijo el
caballero
– En mi tierra no
vestimos de metal como lo hacen aquí, preferimos la movilidad y la destreza
antes que la fuerza– dijo el extranjero.
– Creo que no
es para mí, en batalla no siempre es posible detenerme a pensar mis
movimientos, a veces solo siento que me dejo llevar– dijo el caballero mientras
dejaba el arma en la mesa.
– La calma es
necesaria para tomar la mejor decisión, cuando la calma se vuelve tu estado
natural tus movimientos se vuelven precisos, la gente de mi tierra dedica su
vida al dominio de estas artes– dijo el herrero.
El extranjero, acercó
varios cuchillos para que Quintus los observara.
¿Y qué hay de esa
espada?, parece un trabajo muy fino– Dijo el caballero señalando el arma que
estaba en el lugar central de la exposición.
– Esta es Akai
nageki – dijo Kenji, y la sacó de la vaina mientras la coloco delicadamente
en la mesa. La espada tenía extrañas inscripciones en el acero y su empuñadura
estaba decorada con maderas muy brillantes de distintos colores. – Significa
“Lamento rojo”, esta espada perteneció a un antepasado de mi familia que
también era un herrero, su mujer fue asesinada y juró venganza, forjó esta
espada mezclando su propia sangre con el metal fundido, y la hoja ha pasado de generación
en generación acompañada del arte de la herrería y el combate con espada, cada
uno de sus portadores fue un maestro herrero y cada uno de ellos ha impregnado
la hoja con su sangre, de igual forma lo hice yo, Akai nageki lleva la
sangre de mi familia en su alma y es por lo tanto la pertenencia más
importante que tengo– Delicadamente el herrero volvió a envainar la espada y la
colocó en su lugar.
En ese momento llegó
Nail, traía una bota de vino en la mano, y una sonrisa en el rostro.
– Quintus, necesito
tu ayuda amigo– dijo el joven caballero mientras le pasaba la bota.
– ¿Qué sucede? dijo
el tuerto mientras bebía.
– Fui con el
Mayordomo de los Thornes para inscribirme en la competencia, y el idiota exige
que un Caballero dé su aval de que yo también los soy, es la historia de
siempre, no quieren permitir que alguien que no nació en un castillo les dé una
patada en el culo, ya van a ver, no tendrán oportunidad cuando empiece el
combate– dijo Nail con frustración y enfado.
Quintus lo
comprendía, en más de una ocasión su origen humilde le había quitado
posibilidades.
– Bueno, tener espada
y escudo no te convierte en caballero, pero tú me dijiste que Sir Arlistan del
Camino Alto te nombró caballero– dijo Quintus intentando calmarlo.
– Así es, y en la
sala estaba su maldito primo pero se negó a darme el aval– dijo Nail y dio un
largo trago de vino.
– Vamos Nail, yo daré
el aval… Es lo que deseas pero no estoy de acuerdo en que compitas, solo una
persona resultara viva de ese torneo– dijo el tuerto con amargura.
– Esta es la
oportunidad de demostrar que somos mejores que ellos, mi hermana y yo hemos
luchado toda la vida, siempre tenemos que estar probando lo que valemos,
estamos hartos, les daremos la sorpresa de sus vidas cuando demostremos que una
persona común es mejor que su más famoso General– Nail estaba
notablemente enojado.
Ambos caballeros se
dirigieron a donde se encontraba el Mayordomo de los Thornes, y Quintus dio su
aval para que Nail pudiera participar aunque en el salón todos estaban
notablemente disconformes.
Mientras caía la
tarde, volvían a la “Crin Escarlata" recorriendo las calles de la ciudad,
había mucha gente para ver el combate que se realizaría al siguiente mediodía,
y dos días después el combate final contra Lord Bardon Thornes.
Cuando llegaron a la
posada, el ambiente era cálido, Lina estaba en una mesa jugando a los dados con
tres hombres, la muchacha gritaba y festejaba, los hombres no parecían tan
felices. Desde la cocina se acercaba Magy, con pan recién hecho y una jarra de
cerveza.
Quintus se sentó con
Nail a beber.
– ¿No crees que tu
hermana tendrá problemas? parece que les está ganando– dijo Quintus.
– No te preocupes,
sabe defenderse sola– dijo Nail y partió un trozo de pan para dárselo al
tuerto.
– ¿Qué le parece la
ciudad Sir? – preguntó Magy a Quintus mientras ponía su mano sobre su
hombro.
– Es muy hermosa….
quiero decir la ciudad es… grande– El caballero había sido sorprendido por el
contacto.
– Me alegro que te
guste, puedes venir cuando quieras– dijo Magy sonriendo.
Repentinamente Bael
apareció y se subió a las piernas del caballero, Magy ocultó una risa y Nail le
dio un largo trago a la cerveza. Mientras la mujer regresaba a la cocina,
Quintus observó como Lina desde la otra punta del salón le sonreía y hacía
gestos.
– Te diré algo
Quintus, ese gato no quiere a nadie, al igual que Magy– Nail sonreía y se
inclinó hacia adelante en la mesa. – Pero ambos están muuuuuuy interesados en ti
ja ja ja–
El caballero se
sintió avergonzado y contento a la vez, tomó la jarra de cerveza y llenó su
vaso mientras reía a carcajadas.
Después de un rato,
comieron un estofado con carne, y continuaron bebiendo, en cada ocasión que
Magy pasaba cerca aprovechaba la oportunidad para hacerle algún comentario a
Quintus, en más de una ocasión dejando al caballero sonrojado y a Nail riendo.
Bael estuvo siempre
en la mesa y el tuerto ya se había encariñado con el animal.
– Siempre digo lo
mismo, fundaré mi propia Orden, voy a albergar a todos los rechazados, a
los guerreros sin nombre de familia importante, y lucharemos sin adornos ni
lemas, seremos los caballeros oxidados y abollados, ¡La Orden del Óxido! –
Exclamó Nail y brindo por el dicho.
– Una Orden no solo
es un grupo de guerreros con un lema, significa mucho más, hay un ideal que
seguir, un propósito, yo sé que muchos caballeros venden su espada por una
buena vida en un castillo, pero ellos han olvidado su juramento, La Orden del
Lobo indica defender al indefenso, luchar a favor del pueblo y no por el
beneficio de un señor, sabemos vivir en el camino, poseer solo lo necesario y
si hay que luchar, saber bien en qué bando encontrarse– Dijo Quintus. –
Roble, cuero y acero. Protejan mi cuerpo y den a mi brazo la fuerza del hierro
siempre que se levante para defender al pueblo– Recitó el caballero y brindó
por la memoria de sus compañeros caídos.
Entrada la noche, el
salón de la posada se fue vaciando y solo estaban los que pasarían la noche
ahí. Nail se había retirado a dormir, Lina había ganado bastante dinero y
también tuvo que romperle la nariz a un hombre que se negó a pagarle. Quintus
pasó horas en la cocina junto con Magy, bebiendo y riendo para finalmente pasar
la noche juntos. La mujer era muy hermosa y tenía más o menos la misma edad que
el tuerto.
Con la salida del sol
Nail y Lina se fueron hacia la plaza de los potrillos para prepararse, Quintus
le deseó suerte al joven que se encontraba muy confiado y sonriente como
siempre.
Más tarde, el
caballero y Magy se encontraban ya en la plaza observando el espectáculo, Magy
conocía a casi todo el mundo y le iba lanzando comentarios al tuerto a medida
que pasaba gente por la plaza.
El sitio de la
competencia era una amplia plaza libre con gradas en todo su alrededor y un
palco en lado que daba hacia el mar en donde se encontraba Lord Bardon Thornes
y toda su corte, las banderas con los colores de la familia estaban en todas
partes al igual que los guardias y en las gradas ya no cabía una sola persona
más. Durante la mañana fueron expuestos los potrillos recién nacidos de la casa
Thornes, los animales eran magníficos, fuertes, elegantes, con el pelo
brillante y cintas que adornaban las crines con los colores negro, rojo y
amarillo. Después de eso un grupo de bufones interpreto una parodia de la
guerra de los hermanos y también la leyenda del Ogro Negro. Finalmente
llegó el momento de la ansiada competencia, los contendientes ingresaron a la
arena escoltados por el sonido de trompetas y tambores, esta vez eran ocho. Hoy
se enfrentarían hasta que quede solo uno en pie y dos días después el campeón
se mediría con Lord Bardon.
Cada participante fue
presentado a la audiencia por un bufón.
– Sir Evan de la
Puerta, Capitán de la guardia de la ciudad– exclamó, mientras Sir Evan, que
tenía una lanza y un escudo cuadrado grande, apoyaba la rodilla derecha en
suelo y saluda hacia el palco.
– Lo encontraron
cobrando para dejar pasar a las prostitutas, Lord Bardon iba a ejecutarlo pero
le permitió participar en lugar de eso– dijo Magy al oído de Quintus.
– Sir William del
escudo pesado– anunció el presentador y se acercó al caballero que portaba un
escudo en forma de lágrima y una espada.
Luego se acercó a un
guerrero muy alto que sujetaba una maza en una mano y un hacha en la otra y
dijo – ¡Godrick Stout, proveniente de las tierras más allá del Lago Helado!
– No acostumbran a
nombrar caballeros en las tierras frías, por eso puede participar sin tener el
título, igualmente es de familia noble, aunque se dice que su sangre está
cruzada con salvajes– dijo Magy, Quintus sonrió ante el comentario.
Luego el bufón se
acercó a Nail, el joven portaba una armadura sencilla, con abolladuras y óxido
además de algunos viejos agujeros producto de algún arma.
– ¡Sir Nail del
Camino Alto! – exclamó, y Nail permaneció firme en su lugar, sin realizar
reverencia alguna.
El presentador
continuó enumerando a los contendientes y después de Nail nombró a Sir Robert
Tamber, que llevaba armadura sencilla, espada y escudo, Sir Lucas del Prado
Verde, que portaba lanza y una armadura pesada, Sir Otto del Estrecho Sur, el
cual sujetaba una espada con cada mano y vestía una armadura liviana, y por
último a Sir Lann, Caballero de la Fe, enviado en representación de la iglesia,
el cual llevaba armadura liviana, espada y escudo.
El combate dio inicio
con el sonido de un cuerno, los contendientes se pusieron en guardia, y poco a
poco fueron eligiendo rival, Sir William encaró a Godrick Stout, el gigante sonreía
mientras arrojaba ataques con el hacha y la maza, en sus manos las armas
parecían livianas pero Quintus sabía que cuando acierte un golpe destruiría
armadura y huesos de su rival. Sir Robert y el caballero de la Fe cruzaban
golpes de espada y escudo, ese era el combate más parejo de todos, por otro
lado Sir Otto parecía bailar lanzando golpes contra Sir Lucas del Prado Verde,
pero los ataques no hacían daño a la pesada armadura y escudo, sin embargo los
ataques de Lucas con la lanza eran lentos y previsibles.
Nail, estaba
enfrentado a Sir Evan de La Puerta, el antiguo capitán de la guardia atacaba
con la lanza y se refugiaba detrás del gran escudo cuadrado, Nail se movía con
agilidad felina, no atacaba, pero esquivaba y giraba buscando una debilidad en
la postura de su rival. El público no paraba de gritar de emoción, el sonido de
las espadas chocando y los movimientos de los guerreros en la arena eran un
espectáculo para el pueblo.
Finalmente Godrick
Stout dio de lleno con la maza en la cabeza Sir William, el caballero cayó
desplomado y en el suelo recibió el peso del hacha del norteño. La primera
sangre encendió los ánimos del público y la brutal muerte de Sir William del
escudo pesado fue muy festejada. Con un ágil movimiento, Nail burló la lanza de
Sir Evan y clavó su espada en la abertura del yelmo que permitía la vista, y al
retirarla el capitán de la guardia cayó al suelo sin vida. “Que increíble
movimiento, realmente es muy bueno” peso Quintus que observaba con asombro a su
amigo.
Godrick enfrentó a
Nail, el guerrero norteño parecía más alto cerca del caballero oxidado. Utilizó
la misma fiereza que la había resultado contra Sir William, pero el joven
caballero esquivaba mejor y además parecía que golpeaba con el escudo las armas
de Godrick para desviarlas sin recibir la fuerza de sus ataques. El caballero
giraba, eludía y desviaba al gigante, pero no lanzaba ataques, Nail parecía
moverse sin esfuerzo y ningún movimiento parecía en vano. De repente, ante un
ataque de Godrick, Nail cambio la postura rápidamente, recibió el hacha con el
escudo y movió su espada al encuentro de la maza, con el grito de euforia de
todo el público de fondo, el brazo de Godrick Stout se desprendió de su cuerpo.
Aún así, el gigante permanecía de pie con el hacha en su mano restante lanzando
ataques, Nail se movía para quedar siempre del lado del brazo amputado pero no
parecía desesperarse para dar el golpe mortal. Por otro lado, Sir Otto
continuaba golpeando sin cesar y sin daño a Sir Lucas que apenas podía defenderse
con el peso de su armadura. Aunque Quintus no pudo ver cómo pasó, Sir Robert y
el caballero de la Fe se encontraban desplomados cada uno con la espada del
otro clavada en el vientre. Finalmente Nail atacó a Godrick, evitando el hacha
se posicionó detrás del gigante y cortó en sus piernas, el norteño cayó de
rodillas y Sir Nail hundió su espada hasta la empuñadura entre el cuello y la
clavícula del guerrero, Godrick Stout quedó de rodillas y sin vida en la plaza
de los potrillos.
Nail se acercó al combate
que parecía estar trabado entre Sir Otto y Sir Lucas, al verlo llegar, Sir Otto
se perfiló para atacarlo, parecía frustrado por golpear sin efecto a Lucas
tantas veces. Sin mediar palabra, los dos caballeros estaban en una tregua para
enfrentar a Nail, que una vez más giraba, eludía y evitaba a sus contendientes
mientras buscaba la brecha para atacar. Sorprendentemente Sir Lucas aprovechó
la situación para clavar la lanza en la espalda de Sir Otto, terminando con la
fugaz tregua y con la vida del caballero. Esta vez Nail no perdió tiempo,
parecía que la forma de acabar con Sir Lucas ya la tenía premeditada, embistió
con velocidad al caballero y le dio una patada en el pecho cargando todo su
peso, Sir Lucas cayó de espaldas al piso y quedó indefenso, sin dudarlo, Nail
clavo su espada entre las placas de la armadura terminando con la vida del
caballero y con el torneo.
La multitud estaba
eufórica, Nail enfundó su espada y se dirigió abriendo los brazos y motivando
al público hacia el palco de Lord Bardon, ante toda la ciudad se quitó
lentamente el yelmo y la gente quedó enmudecida cuando el rostro plagado de
pecas y ojos azules fue revelado, una larga trenza roja caía sobre la espalda
del caballero. Lina levantaba la vista con orgullo frente al palco de Lord
Bardon Thornes. La muchacha había demostrado una gran habilidad y derrotó a
todos los rivales con contundente superioridad.
– ¡Así es, el campeón
es una mujer!– gritó Lina. – ¿Podrá el Lord Bardon derrotarme? dijo desafiante
y la gente en las gradas estaba sorprendida por el atrevimiento y por el hecho
de que tan formidable guerrero resultara ser una mujer.
Quintus y Magy
estaban sorprendidos, Lina había dado una gran muestra de habilidad, pero en el
palco no estaban conformes con la situación, Lord Bardon hizo una seña y cuando
su mayordomo se acercó, le dijo unas palabras y el hombre salió apresurado
dando órdenes, unos veinte guardias con escudos y lanzas entraron a la arena
para rodear a Lina que permanecía quieta observando con orgullo al palco.
–No parece una
actitud muy valiente mi Lord, con usted me quiero enfrentar, no con sus perros–
Lina estaba orgullosa y furiosa.
La multitud
estaba enardecida y Quintus notó que había guardias entrando a las gradas,
comenzaron a golpear a las personas que no le permitían el paso, Lina estaba
peleando contra los guardias que la rodeaban pero el tuerto no pudo ver bien ya
que en la gradas había peleas y en la confusión Quintus observó al mayordomo de
Lord Thornes entre los guardias, señalando hacia él directamente, el
caballero se abrió paso alejándose de Magy y cuando estaba por llegar al
extremo de la grada derribó un guardia de un puñetazo en la cara y luego
recibió un golpe en la cabeza que lo hizo caer, entre gritos y el sonido de
espadas chocando el tuerto perdió el conocimiento.
Cuando Quintus
despertó, se encontraba encadenado a la pared en una celda, le dolía la cabeza
por el golpe, había oscurecido y la única compañía que tenía era Bael, el
gato se encontraba sentado en la ventana y lo observaba fijamente. Intentó
recordar lo que había sucedido, y se preguntó por sus amigos.
Por la mañana, un par
de guardias vinieron por él, le colocaron grilletes en las manos y lo
escoltaron, Quintus se dio cuenta que se encontraba en el castillo, recorrió
largos pasillos y escaleras, la fortaleza tenía muchos tapices en las paredes,
con representaciones de caballos, reyes, batallas y paisajes. Al llegar al
salón del trono, mucha gente estaba presente, Lord Bardon estaba sentado con su
Mayordomo de pie detrás de él.
Lord Thornes estaba
vestido con algunas piezas de armadura, tenía guantes de cuero y llevaba puesta
una máscara metálica que ocultaba su rostro y también su famosa
enfermedad.
– Sir Quintus de la
Orden del Lobo– anunció el mayordomo.
El tuerto sintió que
su nombre sonaba como un reproche. Una vez frente al trono y presentado su
respeto, el caballero quedaba aún estando de pie, por debajo de Lord Bardon.
– Sir Quintus, ¿Que
lo llevó a faltarle el respeto a esta ciudad y a su señor? consultó el mayordomo.
– Yo no le falte el
respeto, fui golpeado y encarcelado sin razón– Contestó el caballero.
– Usted dio el aval
para que una mujer compita– acusó el hombre.
– Mi aval fue para
que Sir Nail compita, yo no sabía qué Lina sería la que entraría en batalla.
– Entonces reconoce
su participación en el delito– Sentenció el hombre de Lord Thornes
– Soy inocente, yo no
sabía lo que iba a pasar– dijo el Caballero
– Ser ignorante no lo
hace inocente Sir– dijo el Mayordomo – Es culpable, y debe agradecer su
sentencia ya que tendrá la oportunidad de morir con honor, al mediodía del
viernes usted será el campeón que enfrentará a Lord Bardon Thornes en la plaza
de los potrillos.
Quintus estaba
sorprendido, no esperaba nada de lo que estaba sucediendo, él no quiso anotarse
en el torneo y Lina había superado ampliamente a todos sus rivales.
– ¿Pero y Lina?
preguntó el caballero.
– Es mujer– contesto
el Mayordomo como si el sexo de Lina fuese una vergüenza.
– Pero ella fue quien
venció, creo que nunca vi a nadie tan hábil – Quintus estaba confundido y
sorprendido.
– La mujer es hábil,
pero es mujer. Lord Bardon Thornes se enfrentará con un caballero campeón, una
batalla con honor y digna de él.
– ¿Y por qué debo ser
yo? Nail era el caballero que se inscribió en el torneo– dijo
Quintus.
– El muchacho fue
sentenciado y ejecutado, ahora cuelga de una soga atada a su cuello en la
puerta de la ciudad.
El tuerto sintió
dolor por Nail, no lo conocía hace mucho pero el muchacho le había caído
muy bien.
– No es justo– dijo
Quintus
– ¿Justo? Dijo Lord
Bardon, era la primera vez que hablaba. – La vida no es justa Sir, yo lo sé
mejor que nadie, pero las leyes están escritas para respetarlas, y en mis
tierras serán respetadas. El muchacho cometió un crimen, y la sentencia para
sus actos fue ejecutada, lo mismo sucederá con usted, solo por el hecho de
haber sido engañado tendrá la oportunidad de enfrentarme y mostrar su valor. En
cuanto a la mujer, está encerrada y será arrojada al mar como acto de cierre
del festival. Debería estar agradecido, tiene una oportunidad, si vence
obtendrá oro y fama, su estandarte formará parte de este salón y podrá
marcharse en libertad.
Quintus se tomó un
momento para pensar lo que estaba sucediendo, suspiró y preguntó
– Mi Lord, ¿es
posible cambiar ese oro por la libertad de Lina?
Lord Bardon lo miraba
fijamente, la máscara que portaba no dejaba ver sus emociones, era un hombre
difícil de interpretar.
– ¿Por qué debería
aceptar su petición? No está en condición de hacer reclamos, Sir.
– Se que no estoy en
posición mi Lord, pero también sé que usted quiere un enfrentamiento digno,
¿que sucedería con su espectáculo si ni siquiera me defiendo? O peor, quizás yo
mismo me quite la vida. Dijo Quintus como si fuera una amenaza.
Lord Bardon
permaneció en silencio, pero el salón se llenó de murmullos
– Así será, pero
debes saber que si pierdes, la insolente muchacha deberá recorrer la ciudad
desnuda, y cualquier ciudadano tendrá derecho sobre ella, cuando nadie en la
ciudad la reclame, será estirada por cuatro sementales hasta que se separen sus
miembros de su cuerpo en la misma plaza que deshonró, quizás eso te motive y la
batalla será mejor– dijo Lord Bardon.
El tuerto, quedó en
silencio, no era lo que esperaba, pero ya no se atrevía a pedir algo más, Lord
Bardon podría castigarla peor, la vida de Lina dependía de él.
– Denle una
habitación digna de su título, Sir Quintus, tiene acceso al patio de armas,
puede solicitar el equipo que necesite, mi Mayordomo se encargará de que
confeccionen su estandarte. La próxima vez que nos veamos cruzaremos nuestro
acero.
El día del encuentro
finalmente llegó, la habitación en la que esperaba el momento se encontraba
debajo de las gradas, toda la mañana sintió a la gente gritar y festejar en su
cabeza, sabía que ese lugar estaba hecho para amedrentarlo, pero el tuerto se
concentró en la batalla que tenía por delante, reviso todo su equipo, ajustó
cada correa, afiló sus armas y comprobó la integridad de su escudo.
Estuvo pensando en utilizar una lanza, o una maza, quizás apelar a su fuerza
contra la famosa destreza de su rival, pero finalmente se decidió por su espada
y escudo, sus armas de siempre. No usaría la capa, quizás le daba un punto de
agarre a Lord Bardon, y tampoco usaría la venda en su ojo, solo el casco.
Al medio día, entre
tambores y trompetas, su nombre fue anunciado, Quintus ingreso a la plaza de
los potrillos portando su estandarte, el lobo negro ondeaba en la tela amarilla
y el público lo recibió con emoción, clavó el estandarte en el suelo, dedicó
una mirada al público y esperó firmemente a su rival.
Lord Bardon Thornes
fue anunciado y el clamor de la gente fue mucho mayor, el Señor de la ciudad
ingresó a la arena en un corcel magnífico, de pelo marrón con destellos rojos,
sus crines estaban sujetas con cintas de colores y el jinete vestía una
armadura negra, de cuero endurecido y placas de metal, parecía que Lord Bardon
había optado por la movilidad, su yelmo era cuadrado y tenía una abundante
cresta roja. Quintus solo podía observar a su rival mientras éste paseaba por
la arena con su corcel demorando aún más el inicio de la batalla, Lord Thornes
era astuto, pretendía que la ansiedad haga efecto en el tuerto.
Finalmente, bajó del
caballo clavó su estandarte y tomó sus armas, escudo y espada, pero a
diferencia de Quintus, Lord Bardon sujetaba la espada con la mano izquierda.
“Tiene la guardia invertida, eso será un problema” pensó el caballero.
Un cuerno anunció el
inicio del combate, los caballeros se acercaron lentamente, estudiando a su
rival, la guardia invertida de su rival obligaba al tuerto a cerrar su postura
para colocar el escudo delante de él, Lord Bardon aprovechaba su cualidad para
lanzar muchos ataques seguidos, Quintus recibía y lanzaba pero no lograba
hacerle daño a su contrincante, Lord Thornes atacaba y se retiraba ágilmente
para regresar con otro ataque, claramente estaba dominando el combate. El
público estaba exaltado, ansioso por ver sangre. Quintus tomó la iniciativa y
comenzó a atacar, la postura de Bardon era también una debilidad a la hora de
defender pero este no utilizaba demasiado su escudo, prefería evadir y hacerse
con espacio para volver a atacar.
– ¡Vamos Sir Quintus,
recuerde que no solo su vida está en juego, la mujer a la que representa
depende de usted!– gritó Lord Thornes buscando provocar a su rival.
El tuerto no se
dejaba llevar pero si pensó en Lina, era cierto que su vida también dependía de
este momento.
El caballero, comenzó
a perder la calma, Lord Bardon parecía jugar con él, lo evadía y le lanzaba
tajos, pero también se giraba al público y hacía señas para que lo animen.
Quintus intento
cambiar de estrategia, esperó un ataque y en lugar de cubrirse decidió embestir
a su rival con el escudo, Lord Bardon perdió el equilibrio y rodó hacia atrás
pero cuando el tuerto se lanzó al ataque tuvo que frenar repentinamente ya que
aún en su caída Lord Thrones lanzó tajos para ganar espacio.
“Es bueno, y yo estoy
cansado” Quintus estaba nervioso, su rival era superior.
De imprevisto,
Lord Bardon arrojó su escudo hacia el tuerto, este reaccionó desviando con su
propio escudo pero abrió su guardia, justo como su rival esperaba, Lord Thornes
lanzó su espada y ésta se clavó en la unión de las placas del pecho y el brazo
izquierdo de Quintus.
El público estalló en
gritos, y Bardon se acercó a la carrera al tuerto golpeándolo en la cabeza y
recuperando su espada en el mismo momento. El caballero cayó de espaldas,
sentía el calor de la sangre que brotaba de su herida y esperaba el golpe
final, pero Lord Bardon se había alejado y celebraba con la multitud.
“No… no será así…”
Quintus observo su estandarte, el Lobo negro rampante en el campo amarillo,
“¿Por quién levantas tu espada Quintus?” recordó la Orden, a su hermanos, cada
vez que levanto la espada, cada herida que se había abierto en su cuerpo, nunca
fue por fama, nunca fue por oro, “¿Por quién levantas tu espada Quintus?”
pensó, esa pregunta fue parte de su formación, La Orden del Lobo era familia,
unión, la fuerza de una manada y el ideal de un mundo justo. Se puso de pie y
se quitó el casco, respiraba pausadamente, recordó a Kenji y sus palabras
acerca de la calma. Para él, el público estaba en silencio, solo sentía su
respiración, y el sonido de las olas chocando contra los acantilados en el
borde de la ciudad, las aves en el cielo y su rival.
“Roble, cuero y
acero…”
Se puso en guardia,
Lord Bardon atacó y Quintus pudo leer su movimiento, esquivó y ganó espacio.
“…Protejan mi
cuerpo…”
Otro ataque de
Bardon, el tuerto esquivo y vio la apertura, su rival alzaba el brazo izquierdo
ya que buscaba su cabeza.
“... y den a mi brazo
la fuerza del hierro”
Cuando el Señor del
Castillo del Bravío volvió a arremeter en su contra, Sir Quintus de la Orden
del Lobo, caballero errante, Amo y Señor del barro en sus botas, contraatacó,
Lord Thornes alzó el brazo, Quintus pasó por debajo de él, y clavó su espada en
la axila expuesta de Lord Bardon Thornes hasta sentir el calor de la sangre en
su mano, entre los gritos de asombro de la multitud el “corcel putrefacto cayó
de rodillas.
– Siempre que se
levante para defender al pueblo– Dijo Quintus y retiró la espada, que salió
seguida de un gran chorro de sangre.
La gente quedó
enmudecida, el tuerto no esperó festejos, y salió en silencio de la arena, a
diferencia de Lina, no sentía orgullo por el combate.
Los siguientes dos días,
Quintus los pasó en la Crin escarlata, habían cumplido su palabra, él y Lina
eran libres, pero debían irse lo antes posible, los ánimos no eran los mejores
para con ellos y con la muerte de Lord Bardon la ciudad había caído en una
anarquía por el vacío de poder, el heredero de la familia Thornes no estaba en
la ciudad y la gran multitud que trajo el festival causó muchos
problemas.
Quintus se despidió
de Magy, se había encariñado con la mujer pero ambos sabían que no había lugar
para una vida juntos. Al cruzar las puertas de la ciudad junto a Lina,
encontraron a Kenji, el herrero extranjero estaba acomodando sus pertenencias
en una mula.
– Hola Herrero,
¿partirás de viaje? preguntó el tuerto.
– Lamentablemente no
será uno de placer Sir, me temo que fui robado– contesto Kenji y continuó – han
robado a Akai Nageki, y no podré hacer otra cosa hasta
recuperarla–
Quintus se sorprendió
por la noticia, sabía que la espada llevaba la sangre de cada antepasado del
herrero.
– ¿Hacia dónde vas?
pregunto
– El norte, me
informaron que los ladrones se dirigen hacia allí– contestó Kenji.
– ¿Qué dices Lina? es
una misión digna de nosotros– dijo el tuerto y le sonrió a la muchacha que
acariciaba a Bael en sus piernas mientras montaba.
– Las primeras
nevadas del invierno están llegando, deberíamos salir ya de esta maldita
ciudad– dijo Lina dándole una última mirada al cuerpo sin vida de su hermano
que aún colgaba a las puertas de la ciudad.
Los tres partieron
por el camino norte, algunos copos de nieve comenzaban a caer y Quintus volteo
a ver la ciudad por última vez, en lo alto de la torre mayor, el caballo negro
de los Thornes ondeaba al viento y un poco más abajo el Lobo negro lo
acompañaba.
Comentarios
Publicar un comentario